Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

domingo, 30 de diciembre de 2012

La senda del tiempo




Llevo dos meses sin escribir y se me amontonan mil ideas con las que seguir dando forma a este óleo de palabras pintado por dos amigos. A escasas horas de despedir otro año más y sin dejarme -lo intentaré- llevar por la tristeza que en mí es habitual estos últimos días de diciembre, saco mi brocha y la empapo de mi mejor color para contaros otra historia más con mi mejor sonrisa...

Esta semana cuando me intentaba dormir recordé la fotografía que reina en esta entrada. La tomé una tarde de agosto en un pueblecito de la provincia de Burgos donde veraneo cada año. Aquella tarde era especialmente calurosa, el cielo estaba salpicado por nubes solitarias y el viento prefería esperar a la noche para abrazarnos entre sábanas y sueños. Cada tarde, como era habitual en mí, me subía a mi bicicleta para pedalear y encontrarme con la soledad...y de paso también, con un par de repechos que ni el mejor novelista de terror podría imaginar. 

Cuesta contaros y más si cabe que imaginéis, lo que trasmite un lugar en el que eres consciente que la persona más cercana que hay puede estar a un par de kilómetros de ti. Para alguien como yo que odia la soledad, resulta que me encuentro en que adoro un lugar así. Lo adoro y lo echo de menos. No sabes lo que cuenta el viento hasta que no lo escuchas, no sabes que es el cielo hasta que no lo miras. En un sitio así os daríais cuenta de lo maravilloso que es oír el silencio.

Avanzaba la tarde y con ella a cada golpe de pedal el sol iba deslizándose en su espectacular tobogán rojizo. Fue entonces cuando miré a mi derecha y vi lo que aparentemente era una llanta de una bicicleta antigua. Por su aspecto parecía que llevaba allí una pila de años soportando, lluvia, nieve, viento y demás clase de castigos meteorológicos. Me bajé de la bicicleta y me senté a su lado pensando en lo implacable que es la senda del tiempo...

No lo había compartido hasta ahora con nadie pero si tuviera que elegir un momento de lo que queda del casi extinto 2012 sería éste que os he contado. Mi pueblo, mi bicicleta, mi senda y mis pensamientos. 
Digo hasta el momento porque el mejor del año será dentro de 48 horas cuando compruebe que otro año más todo sigue igual en mi casa cuando me tome las uvas. Estará mi familia a mi lado y podré disfrutar de sus caras otro año más. No hay mejor momento que ese -gracias Tesoro, te quiero-.

Por supuesto no me iba a olvidar de mi amiga Silvia en este nuestro blog. Que decirte Tesoro que no te haya dicho ya...Feliz 2013 cariño, todo sigue en su sitio que es lo importante, quédate con eso y olvida este año porque tú eres muy fuerte y más valiente todavía ¿vale?. Estoy a tu lado y te quiero con locura.

Acabo esta entrada haciendo mía una estrofa de la canción de los Celtas Cortos que da título a esta entrada,  "...paseando por las calles todo tiene igual color, siento que algo echo en falta, no sé si será el amor..."

Os deseo a todos un Feliz 2013.