Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

martes, 31 de diciembre de 2013

Illusions

Llevo ya casi once meses sin escribir nada sobre mí, aunque entretanto publicara un relato. También llevo tiempo bastante despistado y la verdad tengo el blog abandonado. Menos mal que Edelweiss ha sabido estar a la altura. ¡Bravo!

Esta noche, a escasas horas para que se consuma la vela del 2013, me animo a escribir por aquí mis últimas reflexiones del año y, de paso, encontrar a alguien que me ayude a soplar esa vela imaginaria y despedir este 2013 pidiendo un deseo. Yo volveré a pedir lo mismo otra vez, de verdad que siempre lo hago. Como no creo en chorradas del tipo si lo cuentas no se cumple diré que siempre pido salud para mí y la gente que quiero y, como son poquitos pues, ¡tengo más probabilidad de que se cumpla!. Bromas a parte, que con la salud no se juega, os deseo a todos los que leáis esta entrada, toneladas en cantidades desproporcionadas de salud para el próximo año porque tampoco vamos a abusar y pedir para más años ¿verdad?, ya escribiré una entrada el año que viene pidiendo lo mismo, ¡no os preocupéis! piano piano. Este año, como os decía, para mí en ese sentido ha sido bueno. Toda la gente que quiero está muy bien de salud y por eso nunca pediré más que eso. Lo demás se puede conseguir, ¡claro que sí!. 

Lo demás...esos satélites que a veces no brillan todo lo que nos gustaría. Muchos días siento que subo unas escaleras y a mitad de subida me empiezo a cansar y necesito que alguien me coja de la mano y las suba conmigo. Que esa persona cuando yo flaqueé tire de mí y me transmita a su lado menos miedo a caerme y a romperme en mil pedazos. Compartir vivencias y disfrutar juntos de ellas. En este sentido ha sido un año complicado y siento que cada año lo será más y más.
Mi mochila está llena de miedos de todo tipo pero, también se va llenando poco a poco de muchas ilusiones que me hacen creer firmemente en ellas. Nunca he dejado de tenerlas, son mi energía y mi forma de ser, mi razón de ser. Me agarraré ahí para seguir subiendo y subiendo por mucho que la mochila vaya aumentando su peso. Una ilusión ha irrumpido en mi vida este último mes del año y me ha dado un buen empujón, ¡vamos para arriba!

Dejo a pie de esta entrada una de mis canciones favoritas de este 2013, una canción que me ha acompañado en muchos trayectos nocturnos con mi coche, una canción que ni me he molestado en ver el significado de su letra porque no lo necesito. Simplemente me hace sentir libre, escuchándola veo esa fotografía en la que vas en tu coche y asomas la cabeza por la ventanilla para que te de el aire mientras observas a lo lejos un paisaje precioso en un atardecer de verano. En ese preciso momento no hay persona ni circunstancia en el mundo que te pueda frenar...

De todo corazón, os deseo que se cumplan todos vuestros deseos para este nuevo año e intentar ser felices. Sí Borja, esto también va para ti. Y por favor, disfrutar de vuestros reyes magos lo mismo que yo lo haré con  los míos, atrapar esos momentos y grabarlos en vuestra memoria, serán inolvidables os lo aseguro. Volver a ser niños por un día, ilusionaros, recordar aquellas noches de nervios, recordad esas voraces manos abriendo regalos, recordad esos vasos de leche con galletas. Os animo a cerrar los ojos y que os paréis a pensar en cuan afortunados habéis sido.

Yo, muchísimo.



domingo, 29 de diciembre de 2013

Un brindis


El término brindis viene del alemán "bring dir's", que significa "yo te lo ofrezco". El origen del término se remonta al siglo XVI, y tiene como motivo la celebración de una victoria del ejército de Carlos V. Este hecho ha dado lugar a la tradición de brindar cuando se celebra algo.

Hay otras versiones del origen del brindis. Una se remonta a la antigua grecia, y tiene que ver con la muestra de confianza que el anfitrión ofrecía a sus invitados. Otra versión indica como origen la sociedad romana, donde eran habituales los grandes banquetes y fiestas. Era tal la magnitud de aquellas fiestas, que los comensales solían levantar y golpear sus copas para llamar la atención de los sirvientes y para que les sirvieran de nuevo más bebida.  

Sea cual sea el origen del término, esta entrada es un brindis para todas las personas que han tenido relevancia en este año raro e intenso (ya empiezo a acostumbrarme). 

Brindo por las personas que siguen a mi lado, año tras año, superando conmigo todas las vicisitudes adversas que se han ido presentando. También por ti, que no has dejado que la distancia física abriera una brecha en nuestra amistad. Brindo por ti que nunca me abandonas. Brindo por ti porque siempre me arrancas una sonrisa. Y por ti, que consigues tranquilizarme cuando la angustia aguarda cautelosamente con malignos propósitos. También por ti, mi compañero de cenas y muchos brindis. Por ti, que te conozco a través de una red social pero que tus reflexiones reflejan lo mucho que merece la pena seguir en contacto contigo. Por ti también, que has sufrido mucho y porque has conseguido que me sintiera identificada con tu dolor. Y por ti, porque no sabes lo mucho que me gustó recibir tu whatsapp apenas comenzaba el año 2013.

Brindo por esas personas que son una bendición para mi existencia. Y por último, por ti, porque eres una persona maravillosa y todo lo conviertes en posible.

Espero que en 2014 pueda seguir brindando por todos y cada uno de vosotros. 

Brindo por las personas que han abandonado mi camino para tomar otro distinto, tal vez más cómodo, pero sin duda mucho menos cálido.

Brindo por ti, y por la decisión de dejarte atrás. Tú caminabas muy despacio y yo demasiado deprisa. Yo no podía esperarte más y tú no quisiste alcanzarme. Te has quedado en tu camino conocido, y yo he seguido en busca del camino que seguro tú hubieras deseado pero no te has atrevido a tomar: el de la felicidad.

Brindo por ti que no has sabido captar lo que siempre he querido transmitirte: que contabas conmigo. Y por ti, que desapareciste igual que llegaste: sin avisar.

Brindo por todas las personas que han coincidido en 2013 en mi vida, por ese cruce de caminos, aunque haya sido muy brevemente.

Brindo por ti, que me has hecho caer con mucha fuerza. Sólo yo sé lo mucho que ha dolido la caída, pero he conseguido levantarme y seguir adelante.  

Os deseo un feliz 2014 y una travesía cálida por el camino de vuestra vida. Ojalá nuestros caminos sigan cruzándose con una sonrisa en los labios.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Mis monstruos.


A lo largo de mi vida, mis monstruos iban apareciendo de vez en cuando, poco a poco y sin grandes alardes. Más o menos les tenía controlados, sabía que llegarían, me asustarían y, al poco tiempo, se marcharían sin dejar demasiado destrozo en mi casa.
- ¡Bah! - pensaba- mañana se habrán aburrido y volverán a su cajón. 

Pero un día todo cambió y volvieron para quedarse. Todo era desorden y desconcierto. Sus gritos y golpes no me dejaban conciliar el sueño. Los domingos, no sé a día de hoy el motivo, montaban fiestas monstruosas que me tenían en jaque todo el día.

Salía de casa sólo para intentar olvidar que estarían allí cuando llegase, asustándome más que nunca. Me impregnaban sus aullidos, sus plegarias lúgubres y tenebrosas.

Una mañana cualquiera de mayo decidí que tenía que decirles lo mucho que me estaban complicando la vida y lo mucho que había cambiado y destrozado mi casa, así que les invité a desayunar. Llegaron puntuales, más fétidos y feos que nunca. Pero mantuve la calma y les serví café recién hecho con una napolitana de chocolate. Les pregunté el por qué se comportaban así conmigo, y me contestaron sencillamente que ellos eran monstruos, pero que el miedo provenía de mí y, por tanto, el sufrimiento que me laceraba no era culpa de ellos. En ese momento me parecieron menos grandes, menos feos e incluso empezó a no desagradarme el olor a almizcle que desprendían. Entonces les miré más pausadamente y, audazmente, toqué con las puntas de mis dedos a uno de ellos. Estaba suave como un gato. No era negro ni gris, era de un verde esmeralda brillante y limpio. Y no me pareció grande, más bien de un tamaño apropiado para salir a jugar con él por la nieve. Giré la cabeza para mirar al otro monstruo y éste era aún más simpático. Tenía unas pecas graciosas y unos ojos redondos y brillantes que impulsaban a esbozar una sonrisa. Terminamos el desayuno y decidimos salir a pasear los tres juntos. Les saqué del cajón de donde salían y entraban y les expuse al resto de la humanidad. Creo que nos lo pasamos bien. 

Ahora vienen muy a menudo a desayunar conmigo. Hay veces que siguen asustándome pues, al fin y al cabo, son monstruos, pero pronto les aplaco con una napolitana de chocolate y charlamos hasta la hora del almuerzo.

Hace poco, antes de que se marcharan hasta el próximo día, pregunté al monstruo de las pecas:
 
- Y si un día me abandonáis y otros monstruos ocupan vuestro lugar, ¿qué haré?

Me miró fijamente, y en voz susurrante como para que nadie más pudiera escucharlo me dijo:

- Siempre que consigas que el árbol eche raíces, muy pronto verás las flores. 

Mis monstruos han dejado de condicionar mi vida. Espero que no se enfaden si un día me despido de ellos para siempre.

lunes, 16 de diciembre de 2013

La prisionera número 10.540



Else Backer, una niña de ocho años, vivía felizmente con su familia en Hamburgo hasta que, a principios de 1944, fue arrancada de los brazos de sus padres por unos individuos que se identificaron como miembros de la Gestapo. Lo único que dijeron fue que la pequeña iba a ser devuelta a su "verdadera" madre.

Fue arrastrada en medio de la noche a un almacén atestado de gitanos. Tiempo después descubrió que era adoptada y que su verdadera madre era medio gitana. Los nazis les llamaban Mischlinge ("híbridos"), y se les consideraba como un gran peligro por la posibilidad de que las características raciales gitanas fueran transferidas a la población área. Había sido adoptada por los padres que conocía cuando contaba con diez meses.

Else fue subida a un transporte de mercancías con los demás gitanos y la llevaron a Auschwitz, más concretamente al campo de concentración gitano de Birkenau. Allí fue despojadas de sus ropas, sus apellidos y su futuro. La niña, paralizada de miedo, era incapaz de hablar ni de llorar (no había nadie que atendiese a su llanto). Tras obligarles a darse una ducha, Else fue incapaz de buscar sus ropas, y se quedó casi desnuda en un barracón helado en una noche gélida de la lejana Polonia.

En medio de la barbarie, la indiferencia y la locura, Else tuvo un pequeño golpe de suerte y fue favorecida por una de las Kapo del bloque, llamada Wanda, quien se apiadó de la pequeña y la condujo a su barracón. Allí pudo al menos subsistir, ya que, de no haber sido por ablandar el corazón de esa mujer, con total seguridad la niña no hubiese sobrevivido.

Pasaba los días observando la llegada de los nuevos convoyes a través de la alambrada, así como filas de personas que caminaban en dirección a lo que luego supo eran los crematorios. Se trataban de los judíos húngaros seleccionados para morir, aunque entonces lo desconocía.

Poco tiempo después, Wanda anunció a Else que ya no podía hacer nada por ella, y fue abandonada por segunda vez. La niña fue enviada a los barracones principales, pero se dio cuenta de que no estaban tan atestados como antes. Había habido una "selección". Esa misma noche, se produjo una matanza en el campo de concentración. El final de la guerra estaba próximo y los nazis "necesitaban" borrar pruebas ante la inminente entrada de los rusos. No deseo contar las atrocidades producidas esa noche, por lo que me voy a limitar a decir que Else fue uno de los mil cuatrocientos gitanos excluidos de ese horror y que, por palabras de la propia Else muchos años después, esas experiencias "te joden la cabeza para el resto de tu vida" Fue enviada a otro campo de concentración el 1 de agosto de 1944, al de Ravensbrück, al norte de Berlín. Un día después de que la niña abandonase Auschwitz, el campo gitano fue liquidado durante la noche. Allí Else sufrió de tantas privaciones y escarnios que cayó en un estado cercano al coma, el cual también superó. Como si de un cuento se tratase, una mañana de septiembre de 1944, Else fue conducida al bloque de administración donde le dijeron sin más: "Vas a ser liberada". Tras una espera que se le hizo eterna, vio entrar a su padre adoptivo. La pequeña estaba demasiado impactada como para sentir nada, ni siquiera sorpresa. Else supo después que sus padres lucharon con todas sus fuerzas para "demostrar" que la niña no suponía ningún peligro y que estaba integrada por completo en la sociedad alemana. Incluso el padre se afilió al Partido Nazi como muestra de su lealtad al régimen.

Else y su padre tomaron un tren que les devolvió a Hamburgo. Allí coincidieron con un oficial del ejército alemán al que el padre de Else mostró las llagas de las piernas de su hija y le dijo: "por esto es por lo que estáis luchando en el frente".

Else sobrevivió a la muerte, pero nunca superó el hecho de que, día tras día y noche tras noche, pasara por su lado y helara su corazón con su gélido aliento.
 
Ni el mejor psicólogo o psiquiatra del mundo podría explicarme qué lleva a un ser humano a cometer semejantes atrocidades y, lo que es peor aún, cómo es posible que alguien pudiera estar convencido de que aquello era lo correcto, aun a pie de la horca.