Es muy rápido, imprevisible, revoltoso, alocado, estrepitosamente divertido y extremadamente identificable. Por supuesto hablo del pájaro loco y, aunque quede feo decirlo de uno mismo, me defino a mí mismo con esos calificativos.
Cuando era una joven promesa de este mundo, me plantaba delante del televisor para ver a este pajarraco, malo como el demonio, trazar sus travesuras dirigidas a todos los personajes que se cruzaban en su camino. El creador de este dibu, contaba como se le ocurrió la idea de dar vida a este personaje. Resulta, que un buen día, este señor estaba durmiendo en una casa de montaña y se despertó por culpa de un soniquete que él mismo definió como constante, ruidoso y molesto hasta morir. Cabreado, salió de la casa y oteó alrededor de la vivienda observando sobre el tejado de la misma un pájaro carpintero que estaba divirtiéndose taladrando las ya sufridas tablas de madera castigadas por el general invierno, que dirían los rusos. Al ver que pese a su presencia el pájaro seguía a lo suyo, el dibujante cogió un pedrusco -¡pobre pájaro!- y se lo lanzó. Afortunadamente, la puntería no iba al compás de su habilidad para dibujar y erró. El pájaro, cesó en su embestida a la madera y observó al elemento que hasta hace un instante había intentado quitarle la vida. Tras sostenerle la mirada,...éste, emitió una especie de ruido, grito o risa tal vez. El caso es que un sonido muy parecido a la que posterior fue la carcajada más famosa en la historia de cualquier dibujo animado.
Tras este hecho, el creador de Woody, pensó en un personaje porculero, molesto y gracioso a imagen y semejanza del pájaro que le despertó aquella mañana.
Quien sabe si ver dibujos animados pueda llegar a influir en la forja de la personalidad de un niño. Hoy en día, veo que lo quieren desterrar, o eso me parece. En mi caso, os aseguro que sí. El pájaro loco me parecía divertidísimo y algo me queda de aquello.
El motivo de esta entrada, es para hacer un homenaje a aquellas pequeñas cosas que de pequeño ayudaron a formarnos, entre ellas los dibujos animados y esas tardes de bocata de nocilla viendo a nuestros personajes favoritos. En mi caso, entre otros, mi adorable Woody, en otros, valga la redundancia, otros tantos. Cuan importante es un dibujo animado en la vida de un niño por mucho que en la actualidad sea moda negarlos por esa chorrada de que la televisión perjudica. A esa gente la diría: Las peores cosas de nuestra vida las elegimos nosotros.