Se trata de otro maravilloso relato corto, esta vez de Edgar
Allan Poe, que me cautivó y, al mismo tiempo, me hizo reflexionar. Parece
increíble que en apenas cuatro páginas podamos sacar más de una “moraleja”.
Sin duda el protagonista parece sufrir algún tipo de
trastorno mental, tal vez esquizofrenia o neurosis. Probablemente se trate de
un psicópata. Si tú has leído este relato habrás llegado a la misma conclusión –o
no-, pero si se araña un poco la superficie de la historia, nos encontramos con
una realidad que resume el refranero popular: no la hagas y no la temas.
Mi moraleja: si cometes un acto que piensas que puede ser
reprobable, intenta tener nervios de acero, pocos miedos y poca conciencia, pues
aunque seamos cautos y tengamos gran celo a la hora de ocultar en lo más profundo
de nuestro corazón dicha acción, podremos
ser descubiertos por nuestra conducta. El miedo a ser descubiertos o la
conciencia que nos auto censura son los peores aliados para salir ilesos en
estas circunstancias.