Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

lunes, 28 de julio de 2014

Un mundo raro.




En un platillo de la balanza coloco mis odios; en el otro, mis amores. Y he llegado a la conclusión que si las cicatrices enseñan, las caricias también.

 

sábado, 21 de junio de 2014

Escombros


 
Hay heridas que nunca cicatrizan del todo. Todos los que seamos capaces de amar, en el amplio sentida de la palabra, tenemos escombros en la pueta de nuestra casa. Hay ventanas que nunca se llegan a abrir o nunca se llegan a cerrar, según como se mire. Aún así continuamos nuestro camino pues, al fin y al cabo, eso es vivir.

Tal vez por un acontecimiento triste, por puro agotamiento o por un sentimiento embriagador de dejar de retirar escombros, podemos despertar un día sintiendo que estamos muertos. Pero al día siguiente, o tal vez en unos días más, volvemos a intentar abrir el cielo a soplidos.
 
Siempre habrá alguien que nos diga: "no tienes motivos para estar triste, conozco a alguien mucho peor que tú". Y sabemos que es cierto, pero los escombros que nos pesan son los nuestros.
 
No busques escobas fuertes y resistentes en el supermercado, sólo con el esfuerzo de tus manos conseguirás retirar cuantas piedras se interpongan entre tu puerta y el exterior.

Y sobre todo, como diría Benedetti: si el corazón se aburre de querer, ¿para qué sirve?

sábado, 17 de mayo de 2014

El chachismo




En el año 1992 tengo una de esos recuerdos más bonitos de mi infancia ¡Qué tarde más inolvidable!

Fue un sábado cualquiera de aquel año 1992 cuando descubrí uno de los deportes más maravillosos y emocionantes que hay. El Baloncesto. Todo, gracias a mi padre.

En aquellos años, la ya extinta Yugoslavia estaba en guerra. Una guerra que también afectó al deporte de ese país y arrastró al mejor equipo de baloncesto yugoslavo a una pequeña localidad del sur de Madrid, hablo de mi ciudad, Fuenlabrada. En aquel momento, como es lógico, yo con mis 9 añitos no me preguntaba el por qué ese equipo jugaba todos los sábados en mi ciudad, allí estaba y no importaba nada más. Más tarde, viendo un documental de aquello supe el por qué. Pero bueno, eso es otra historia tan bonita como increíble...

Como os contaba, aquella tarde de sábado, mi padre nos llevó a mi hermano y a mí a ver un partido de baloncesto al pabellón de deportes de nuestra ciudad. Jugaba el Partizan de Belgrado. Y aquella tarde es cuando vi mi primer partido de baloncesto en directo y comencé a amar a este deporte hasta el día de hoy, hasta la noche de hoy.

- Mira Borja, ¿ves a ese de ahí que lleva la pelota?
- Sí papá...¿quién es?
- Se llama Danilovic y juega en el Partizan, hijo
- Anda...¿y es bueno, papá?
- Sí hijo, es el mejor del Partizan, igual acaba en la NBA algún día...

Dicho y hecho, aquel tal Danilovic fue el mejor jugador de aquel equipo Yugoslavo y al terminar ese año o el siguiente, se marchó a jugar a la NBA. Por cierto, aquel año, 1992, aquel equipo exiliado, aquel ramillete de jugadores yugoslavos de ventipocos años y que jugaba a 30 minutos de mi casa todos los fines de semana, ganó la Copa de Europa, sí, la Copa de Europa de Baloncesto. 

Han pasado ya más de veinte años de aquello y Fuenlabrada cuenta con una grandisima afición a este deporte y con un equipo en la primera división española. Todo gracias a aquel equipo, a aquellos chavales que no creían en guerras y sí en un deporte que concebían para divertirse, para amarlo sin reservas, para hacer disfrutar a los que iban a verles, para los niños como yo que comenzaron a amarlo para siempre.




Vamos al presente, a este maravilloso presente. La foto que aparece al principio de la entrada es el resultado de la semifinal de la Euroliga (vamos, la Copa de Europa) que se ha jugado hace apenas unas horas entre el Barcelona y el Real Madrid. Al ver el resultado final sobran las palabras ¿no?

El de la foto, el de la barba, es Sergio Rodríguez, es el chacho, un canario que ha retrocedido 20 años en el tiempo y ha querido ser como uno de esos chavales yugoslavos que jugaba para divertirse y olvidar esa maldita guerra. Su filosofía de juego es divertirse, hacer travesuras con la pelota, sonreir cuando falla los tiros y hacer sonreir a los demás cuando los mete. Para un madridista loco como yo, es un auténtico privilegio disfrutarle. Esta temporada le han nombrado mejor jugador de la Euroliga, lo que los americanos llaman MVP y hoy ha metido 21 puntos, ha dado 6 asistencias a sus compañeros y nos ha dirigido a la final del domingo con una forma de jugar e interpretar este deporte que no se veía en Europa desde hace 30 años. Lo llaman El chachismo. Divertirse, hacer de una cancha de baloncesto un parque de atracciones. Un lugar más en Madrid donde ir a divertirse. El chachismo. Esto es en esencia este Real Madrid de baloncesto.

Y no, no le pediría que ganara, ni a Llull, ni a Rudy, ni a Felipe, ni al entrenador Pablo Laso; le pediría a chachito de mi vida que se divirtiera como aquellos chicos yugoslavos que embobaron a un niño de Fuenlabrada hace 22 años. Le pediría eso, sí, sería injusto pedirle que ganara porque ya lo ha hecho pase lo que pase este domingo y lo que falte por venir. Ha conseguido algo mucho más importante que un resultado, que un palmarés, que un trofeo a guardar en una vitrina,  ha conseguido, han conseguido, embobar y conquistar a miles de niños como yo. 

¡Hala Madrid!

miércoles, 30 de abril de 2014

El maravilloso presente



Hace dos años, El Bayern de Munich eliminó a mi Real Madrid en los penaltys en una noche que para un futbolero como yo fue muy dura. Me volvía a encontrar con el pasado y su carisma. Lo escribí entonces en una entrada tal noche como esta.

Pero hoy, no hay tocho sentimental, sólo hay un maravilloso presente para mi equipo, un ahora fabuloso. Sabía que algún día esta entrada la llegaría escribir, lo sabía, estaba convencidísimo.

Hoy mi Madrid ha pegado un puñetazo encima de la mesa, ha cogido ese pasado con su asqueroso carisma y lo ha tirado a la basura a puñados. Y sí, lo ha sustituido por este presente soñado para escribir otra página en su historia, ésta, la más históríca que mis 31 primaveras de blanco han visto.

Simplemente, ¡HALA MADRID!


domingo, 26 de enero de 2014

Woody Woodpecker




Es muy rápido, imprevisible, revoltoso, alocado, estrepitosamente divertido y extremadamente identificable. Por supuesto hablo del pájaro loco y, aunque quede feo decirlo de uno mismo, me defino a mí mismo con esos calificativos. 

Cuando era una joven promesa de este mundo, me plantaba delante del televisor para ver a este pajarraco, malo como el demonio, trazar sus travesuras dirigidas a todos los personajes que se cruzaban en su camino. El creador de este dibu, contaba como se le ocurrió la idea de dar vida a este personaje. Resulta, que un buen día, este señor estaba durmiendo en una casa de montaña y se despertó por culpa de un soniquete que él mismo definió como constante, ruidoso y molesto hasta morir. Cabreado, salió de la casa y oteó alrededor de la vivienda observando sobre el tejado de la misma un pájaro carpintero que estaba divirtiéndose taladrando las ya sufridas tablas de madera castigadas por el general invierno, que dirían los rusos. Al ver que pese a su presencia el pájaro seguía a lo suyo, el dibujante cogió un pedrusco -¡pobre pájaro!- y se lo lanzó. Afortunadamente, la puntería no iba al compás de su habilidad para dibujar y erró. El pájaro, cesó en su embestida a la madera y observó al elemento que hasta hace un instante había intentado quitarle la vida. Tras sostenerle la mirada,...éste, emitió una especie de ruido, grito o risa tal vez. El caso es que un sonido muy parecido a la que posterior fue la carcajada más famosa en la historia de cualquier dibujo animado.




Tras este hecho, el creador de Woody, pensó en un personaje porculero, molesto y gracioso a imagen y semejanza del pájaro que le despertó aquella mañana.

Quien sabe si ver dibujos animados pueda llegar a influir en la forja de la personalidad de un niño. Hoy en día, veo que lo quieren desterrar, o eso me parece. En mi caso, os aseguro que sí. El pájaro loco me parecía divertidísimo y algo me queda de aquello. 

El motivo de esta entrada, es para hacer un homenaje a aquellas pequeñas cosas que de pequeño ayudaron a formarnos, entre ellas los dibujos animados y esas tardes de bocata de nocilla viendo a nuestros personajes favoritos. En mi caso, entre otros, mi adorable Woody, en otros, valga la redundancia, otros tantos. Cuan importante es un dibujo animado en la vida de un niño por mucho que en la actualidad sea moda negarlos por esa chorrada de que la televisión perjudica. A esa gente la diría: Las peores cosas de nuestra vida las elegimos nosotros.