Nunca he hecho balance del año que se acaba ni he confeccionado una lista interminable de propósitos para el año que está a punto de comenzar.
Para mí nunca ha habido “un año horroroso” ni tampoco ha existido “el mejor año de mi vida”. Simplemente intento vivir en el presente a sabiendas que el pasado ya no volverá y que el futuro, por mucho que me empeñe, no depende de mis propósitos y deseos.
Sin embargo, estos días estoy experimentando una nostalgia un tanto punzante que me obliga a recordar momentos vividos, algunos buenos y otros no tanto.
Recuerdo que cuando era pequeña mi único deseo era que finalizaran pronto las dichosas campanadas para poder seguir jugando. Y recuerdo a mi madre atragantándose aproximadamente con la tercera uva ingerida. Y recuerdo a mi padre repetir insistentemente: “son los cuartos, aún no empecéis”.
Dentro de dos días volveré a vivir la misma experiencia. Sé que mi madre, como todos los años, volverá a atragantarse con la tercera uva. También escucharé a mi padre “dirigir” las campanadas para que nadie se despiste. Pero yo no tendré ninguna urgencia y, esta vez sí, me he propuesto disfrutar de todas estas pequeñas cosas que han pasado desapercibidas a lo largo de los años, pero que hoy he tomado conciencia de lo mucho que las extrañaré cuando alguna de las piezas que forman este engranaje me falte.
Y en cada campanada me acordaré de todos vosotros que, en ese momento, no podréis estar a mi lado, pero que sí estaréis en mi corazón.
Y con la última campanada, que marcará las doce y, con ello, el inicio de un nuevo año, te enviaré un beso recién cocinado en mi corazón. Ojalá te llegue y ojalá sientas su calor para que pueda arrancarte esa sonrisa que tanto me gusta y que tan bien te sienta. Feliz 2012, guapito.
Comprendo tu nostalgia, bien lo sabes. Cuando la leí me hiciste recordar esas deliciosas anécdotas que también pasan en mis nocheviejas y, que esta noche, volverán a pasar.
ResponderEliminarPero este año, amiga de blog, he añadido una más. Mi puzzle es más bonito que el del año pasado, como seguro que lo es el tuyo, no me cabe duda.
Feliz 2012 de todo corazón. ¡Te quiero!