Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

jueves, 5 de enero de 2012

Mis Reyes Magos

Cada 7 de enero comenzaba de nuevo esa carrera apasionante hacia la ilusión. Recuerdo que era esto lo que pensaba ese día cuando era pequeño. Tras el éxtasis del día anterior y el nostálgico transcurrir del día siguiente, me marcaba en mi cabecita esta pequeña meta. Ilusionarme desde ya con el próximo gran día.

Sin ninguna duda era para mí el día más maravilloso del año. Recuerdo que, cuando llegaban las vacaciones de Navidad estaba ya deseando que llegara el día 6. No me importaba la Nochebuena ni la otra más vieja. Eran como insignificantes letras dentro de un paréntesis larguísimo.
Deseaba que, Melchor, Gaspar y Baltasar entraran en mi casa y me dejaran todos los regalos que había pedido en las numerosas cartas garabateadas y con letra atropellaba que entregaba a cada paje que me encontraba.


Si tuviera que poner un ejemplo de nervios este se llamaría, sin duda, el día 5 de enero. Era un absoluto tormento. Una tortura maquiavélica ideada por alguien con mucha mala leche. Era la noche más soñadora del año y la vez la noche que más costaba dormir. Dormir para soñar. Soñar para dormir.

Y entonces, mi hermano me tocaba el brazo con insistencia y presura hasta que lograba escuchar,
-¡Borja, ya han venido, despierta!
Ya era día 6, había llegado a la parada de la ilusión. Tras 365 días de espera, el resto era ya una carrera a oscuras por el pasillo, un aterrizaje en plancha sin importar la salud del árbol de Navidad y una habilidad increíble para destrozar los envoltorios de los regalos en menos que canta un gallo.


Agradezco a Mis Reyes Magos todo esto. El haber disfrutado de aquellos 6 de enero tan maravillosos. Gracias por haberme dado esa sensación de felicidad indescriptible. Me hicisteis sentir el niño más querido del planeta.

Creo que nunca os he dado las gracias de verdad por haberme traído el Rancho de los Playmobil, el helicóptero de las Tortugas Ninja y mis Gijoes y Caballeros del Zodiaco preferidos... Pero gracias sobretodo por haberme dado una infancia tan feliz, culminada cada año en ese día tan especial. Sois los mejores Reyes Magos del mundo. Mis Reyes Magos.
Os deberé siempre todas las veces que habéis venido del lejano Oriente por mí y para mí. Por eso ahora intento ser yo vuestro mejor Rey Mago y ver en vuestras caras cada 6 de enero la mía cuando abría esos regalos. No os imagináis como disfruto. Os prometo que aquí hay algún testigo.



Pero ya no hay días 5 de enero llenos de nervios. Ya no hay zapatos que limpiar. Ya no hay galletas que apilar. Ya no hay caramelos que recoger cuando os esperaba en la calle...
Ya no queda nada de aquello, queda un bobo nostálgico con sus manías e ilusiones.
Pero, aún así, tengo otros regalos. Intangibles, sí, pero regalos que empezaron a forjarse aquellos días de enero. Regalos que han ido creciendo dentro de mí gracias a esos tres incansables de túnica y corona, a Mis Reyes Magos.




Aún así, déjame que mañana sea un niño una vez más.

1 comentario:

  1. ¡Cuántos recuerdos vienen a mi mente! Para mí también era el día más feliz del año. No importaba el resto, sólo importaba ese momento en el que mi madre nos despertaba con las palabras mágicas:
    - ¡Ya han venido los Reyes!
    Y ahora que, gracias a tu entrada, vuelvo a saborear el mágico día 5 de enero, recuerdo que nunca estuvo mi padre porque estaba haciendo roscones a destajo. Entonces no importaba demasiado (¡¡iban a venir los Reyes!!), pero ahora no puedo evitar que se me encoja el estómago pensando que nunca pudo disfrutar de nuestras caritass al entrar al salón y ver todos los paquetes. Nunca se quejó por ello, pero ahora entiendo la carita algo triste de mi madre: siempre tuvo que ser ella quien colocara esos paquetes, envidiando al resto de sus amigas que compartían ese momento con sus parejas... y ella no podía.
    Me gustaría que mañana mi padre pudiera disfrutar de ese momento (ahora que goza de su merecida jubilación). Aunque ya sé que no es lo mismo puesto que ya somos mayores, espero poder brindarle un día de ilusión parecido al que yo vivía cada 5 de enero. Espero que las circusntacias que me rodean no me impidan hacerlo, o no me lo perdonaré nunca.
    Gracias por recordarme que mañana es 5 de enero, corazón :)

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