Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

lunes, 30 de abril de 2012

Paleta de pintor


Cuando intentamos encontrar colores bellos para pintar nuestra vida y la paleta está colapsada de infinita mezcla de colores, es imposible hallar un color vivo y alegre que haga desaparecer la soledad del triste y blanco lienzo. Entonces es el momento de buscar y encontrar otra paleta más limpia en la que podamos hallar el color deseado.



Yo quiero encontrar mi amarillo intenso, el que siempre ha coloreado mis mañanas (por muy frías y lluviosas que fueran) y mis noches de luna llena.

jueves, 26 de abril de 2012

El pasado tiene carisma



    Que diferente, a partir de una forma de sentir, es asimilar la realidad. Vuelcas sin dudar los acontecimientos de tu vida y los empotras ahí dentro, en aquello que bombea, en aquello que te hace sentir, en aquello que llamamos aquí, ese músculo bobo. Encuentras a la realidad y la quieres sortear, coges el martillo y la machacas, si puedes. Te niegas a verla, a reconocerla. Te evades, vuelves, te machacas. Te odias. ¡Borja!

         Esta entrada estaba pensada ya desde el sábado. La publicaría hoy, esta noche. No porque el sábado ya me sobraran ganas, sino porque en esta tormenta alocada, de sentimientos y de emociones, en la que se ha convertido esta última semana faltaba ver muy a mi pesar como un equipo valiente sorteaba a otro que olvidó su valentía, a la historia y, para más desgracia, a los corazones de los madridistas. Pero vamos al principio: antes de la citada tormenta disfruté de una película el viernes pasado: ¿Qué tiene el pasado? ¿carisma? ¿nostalgia?. No, no es el título de la película pero sí su moraleja o por lo menos mi conclusión. Al protagonista, noche tras noche, se le aparece a los pies de una iglesia parisina de manera misteriosa una serie de personajes de una época anterior a la suya. Sin buscar demasiadas respuestas a estas misteriosas apariciones, queda enamorado de esa época pasada y de sus personajes, lo que hace, que vea su época como un fastidio y un problema. Siente admiración por el pasado. Carisma. 

        Quisiera coger a ese chico explosivo de corazón y decirle que no sea tan bobo, que rectifique cuando se equivoca, enseñarle el camino para que vea sus errores. Pero sobretodo, le diría que empiece por quererse y que se adore por lo que cree que es y por lo que dicen que es. También le diría que el pasado es sólo eso pasado, que coja su carisma y se lo lleve al presente. El fútbol forma parte de mi vida, de todas las maneras posibles e inimaginables. Lo disfruto, lo quiero y lo odio sin quererlo. Me hace conocerme a mi mismo, me hace revolverme en mis pensamientos. Me traspasa el alma y me pulveriza con un fulgor aplastante. Un personaje dijo una frase -perdón que no lo recuerde- que particularmente me encanta: "Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y lo hace". Que suerte que mi mejor amiga sea así.

          En la vida como en el fútbol aparece de forma fantasmagórica la derrota, con un sólo padre y con una sola madre. Muy al contrario que la victoria que goza de ambos en cantidades industriales. Y mi mejor amiga se quiere colar en mi alma y ayudarme a que desaparezca el horrendo fantasma de la derrota y su pasado harto carismático. Encontrar esa tristeza y cambiarla por alegría. En la derrota quiero a mi mejor amiga a mi lado y lo digo aquí, a escondidas en medio de esta caótica entrada porque nunca se lo he demostrado y porque siempre me escondo en una devoradora e implacable tristeza que me atenaza y me encoje. En la derrota desearía apoyarme más en ella. 

        Hoy tengo al fantasma delante de mis narices. La derrota, con su pasado y su hipnótico carisma. Pero habrá que levantarse, engrandecerse y pensar menos en el pasado y más en el futuro, éste último, igual carente del carisma que goza el primero pero con algo más poderoso y vital para mí que a veces me niego a ver: 
Una ilusión que me embriaga de la cabeza a los pies y eso, es un tesoro que ningún fantasma -ni ninguna eliminación futbolera- me podrá quitar.

miércoles, 11 de abril de 2012

Y sin embargo...




Hoy he entablado una conversación muy intensa con un compañero sobre lo complicado que puede resultar expresar verbalmente lo que sentimos.

¿Es difícil decir te quiero? Son dos palabras que, en principio, no encierran ninguna dificultad. Nos encontramos ante un pronombre personal y ante la primera persona del singular del presente de indicativo de un verbo transitivo. Sin más. En realidad, cuando decimos “me cuesta decir te quiero”, ¿no estamos diciendo “no sé si te quiero”?

¿Por qué tenemos miedo a decirlo si estamos convencidos del amor que sentimos por alguien? ¿Tal vez sentimos miedo al rechazo? ¿Puede ser que no queramos dejar a la intemperie nuestro pobre y asustado corazón, por lo que pueda pasar?




Sí, tú que me conoces y que tal vez estés leyendo estas reflexiones de un día tonto (el de hoy), sabes que siempre he pertenecido a ese grupo de “asustados” que temen a esas dos palabras como las aves temen la llegada del invierno  y, al mismo tiempo, temen el fuego que todo lo arrasa.
Supongo que algo ha cambiado en mis "barreras defensivas". O tal vez ya no sienta miedo al rechazo. Me cuesta sentirlo, pero ya no me cuesta decirlo. Y sin embargo…

Te lo digo a ti, María, que siempre te he sentido tan cerca como siento los latidos de mi corazón. Estás lejos, pero nunca te has alejado de mis abrazos. Adoro tu risa y tus ocurrencias. Adoro tu “acento” y la forma tan especial que tienes de sentir. Adoro todas las veces que me dices cariñosamente “clontxu” o “clontxita”. Adoro tus gustos y tu franqueza. Adoro tus emoticonos. Te quiero sin reservas, sin miedos.

Te lo digo a ti, Alberto. No sé si por un momento te has parado a pensar el bien que me haces. Nunca me has fallado y me das la seguridad que me falta en el día a día. Adoro tu forma calmada y sencilla de ver la vida. Adoro las conversaciones a corazón abierto que en ocasiones tenemos. Adoro tus detalles y tu dulzura. Adoro las conversaciones telefónicas que tanto me animan. Adoro hacer un menú contigo y adoro nuestras apuestas (te toca perder, ya lo sabes). Te quiero sin reservas, sin miedos (mil gracias).

Te lo digo a ti, Borja. Sé que muchas veces has sufrido por mi causa (no voy a decir por mi culpa, que te enfadas). Adoro los viernes relajados que me regalas. Adoro nuestras conversaciones intrascendentales y más aún las trascendentales. Adoro cada sonrisa que me arrancas. Adoro las veces que me has “salvado” y tantas otras que me has animado. Tal vez sepas de mí mucho más de lo que jamás nadie haya sabido, y adoro saber que todo ello está a buen recaudo. Adoro ver tu mirada de ternura cuando estoy sufriendo. Adoro compartir este blog contigo, que al fin y al cabo, es una manera más de decir “te quiero”. Te quiero sin reservas y sin miedos.  

No ha sido tan difícil. Lo siento y lo expreso. Es bonito, ¿verdad?