Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

domingo, 10 de febrero de 2013

Le daré las gracias por haberlo cruzado en mi camino


La alegría es la emoción más valiosa y la más efímera. Nunca dura lo suficiente para verse harto, vive solo para ser reproducida.

El viernes, por motivos laborales, a primera hora de la mañana tuve que visitar una de las zonas más esbeltas de Madrid. Ya me conocía la zona de ir otras veces pero, será por lo reflexivo que ando últimamente, mi atención se dirigió a un personaje de raza negra que desde hace años reparte periódicos en el centro comercial adjunto al aparcamiento. Durante el rato en el que permanecí allí le vi dar los buenos días a todo aquel que pasaba a su lado, gente en su mayoría que transitaba en solitario por la acera con la cabeza ligeramente inclinada hacia el suelo y absortos en sus pensamientos. No advertí a un vendedor de periódicos, es más, no los ofrecía, simplemente sonreía y daba los buenos días. No pretendo denunciar ni criticar a unos, este blog no sirve para eso. Hablo de las emociones. De todas aquellas cualidades que conforman nuestros rasgos como seres humanos. Hablo en concreto de la alegría.

Es la más valiosa porque te da fuerza para mover todo. Todo. Y es la más efímera porque nunca cansa, y lo que no cansa, siempre nos parece breve. Como un fotograma eterno suspendido en nuestras mentes.

No me sentí mejor que nadie al tener un gesto de gratitud con aquel hombre. Mi intención no era esa, para nada. Tenía alegría y era capaz de trasmitirla aunque nadie levantara su puñetera cabeza para darse cuenta. Le quise comprar un poco de su alegría.

Rectifico: es la más valiosa porque hace felices a los que están a tu alrededor. Contagia, y, no nos engañemos, es lo que mueve a este mundo.

Quiero acabar esta entrada con un extracto precioso de un libro que leí este verano y me hizo reflexionar mucho acerca de esta emoción. De lo que para mí significa y, sobretodo, del efecto que produce en los demás, en aquellas personas que queremos con todo nuestro alma.

"Mi amigo Óscar es uno de esos príncipes sin reino que corren por ahí esperando que los beses para transformarse en sapo. Lo entiende todo al revés y por eso me gusta tanto. La gente que piensa que lo entiende todo a derechas hace las cosas a izquierdas, y eso, viniendo de una zurda, lo dice todo. Me mira y se cree que no lo veo. Imagina que me evaporaré si me toca y que, si no lo hace, se va a evaporar él. Me tiene en un pedestal tan alto que no sabe cómo subirse. Piensa que mis labios son la puerta del paraíso, pero no sabe que están envenenados. Yo soy tan cobarde que, por no perderle, no se lo digo. Finjo que no le veo y que sí, que me voy a evaporar...
Mi amigo Óscar es uno de esos príncipes que harían bien manteniéndose alejados de los cuentos y de las princesas que los habitan. No sabe que es el príncipe azul quien tiene que besar a la bella durmiente para que despierte de su sueño eterno, pero eso es porque Óscar ignora que todos los cuentos son mentiras, aunque no todas las mentiras son cuentos. Los príncipes no son azules y las durmientes, aunque sean bellas, nunca despiertan de su sueño. Es el mejor amigo que nunca he tenido y, si algún día me tropiezo con Merlín, le daré las gracias por haberlo cruzado en mi camino.


1 comentario:

  1. A mí me pasó algo parecido, hace ya algunos añitos, con una persona también necesitada. Su sonrisa apaciguó mi corazón que, en ese momento, estaba muy herido. Su amabilidad dibujó una sonrisa en mis labios.
    Te prometo que me leeré "Marina". Seguramente todos tengamos idealizado a alguien, pero también es seguro que si, eso ocurre, es porque se trata de una persona especial.
    La alegría, esa conocida tan escurridiza y tan rápida...

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