Durante ese rato recibo y encajo, aunque bueno, en realidad, encajo y luego lo recibo. No es como otras veces, esta vez ha sido diferente. No reacciono, me siento triste, decepcionado y sin ilusión.
Y me siento afortunado. Todavía poseo algún que otro baúl de los míos, aunque a veces me resista a abrirlo, sé que lo tengo ahí, con su aura brillando más que nunca. Uno se llama Esperanza, otro lo abriré luego...
A veces la vida nos sonríe, aunque casi nunca nos damos cuenta de que lo está haciendo. Creo que tú no eres afortunado porque tienes algún baúl que te alegra la vida, sino porque eres consciente de que está ahí. Y eso si que no tiene precio.
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