Cuando transitamos por nuestro tranquilo y maravilloso camino y se nos cruza algo de apariencia bondadosa, algo que creemos nos hará feliz y sobretodo sentir lo que creemos olvidado, lo atrapamos con tal fuerza que no lo dejamos escapar.
Tras atraparlo, lo observamos obnubilados como si tuviéramos en la palma de la mano una de esas preciosas mariposas de colores vivos y llamativos.
Ocurre entonces, que en ese momento no nos preguntamos de qué otro camino viene, a qué ha venido a mi camino, qué quiere de mí y por qué ha aparecido. Simplemente, lo atrapamos. Lo atrapa nuestro bobo corazón.
Pero puede suceder que no sea esa preciosa mariposa que imaginábamos y, con el tiempo, nos vaya envolviendo, aturdiendo y asfixiando. Entonces, nos damos cuenta de que ya es demasiado tarde para echarla del camino. Esa es la penosa realidad.
Ocurre entonces, que en ese momento no nos preguntamos de qué otro camino viene, a qué ha venido a mi camino, qué quiere de mí y por qué ha aparecido. Simplemente, lo atrapamos. Lo atrapa nuestro bobo corazón.
Pero puede suceder que no sea esa preciosa mariposa que imaginábamos y, con el tiempo, nos vaya envolviendo, aturdiendo y asfixiando. Entonces, nos damos cuenta de que ya es demasiado tarde para echarla del camino. Esa es la penosa realidad.
-Es imposible...
-Sólo si crees que lo es -le dijo el Sombrerero a Alicia.
-Gato de Cheshire, ¿Podrías decirme, por favor, qué camino sigo para salir de aquí? -dijo Alicia.
-Eso depende en gran parte al sitio al que quieras llegar -dijo el gato.
-No me importa mucho el sitio -dijo Alicia.
-Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes... -dijo el gato.
-...Siempre que llegue a alguna parte -añadió Alicia como explicación.
-¡Oh, siempre llegarás a alguna parte -aseguró el gato- si caminas lo suficiente!
No te rindas, no desesperes y sigue el camino. Camina lo suficiente, lo que haga falta y llegarás. Te lo prometo. Y no temas, estoy a tu lado.
Porque cuentas con mi mano, con mi abrazo, con mi sonrisa, con mi bobo corazón, y con mis ganas de verte feliz, de verte sonreir.
No eres culpable. Y mucho menos de sentir. No te lo mereces, nunca fue así, no es así y nunca lo será.
Porque eres fabulosa...
Te quiero tantísimo que nunca te dejaré sola en tu camino. Te necesito tanto en el mío...
-¡Dime!
-¿En qué se parecen un cuervo y un escritorio?
Se me ocurren miles de respuestas a tu pregunta, pero sería tan absurdo como obviar que, caminando, siempre se llega a algún sitio. Y si ese camino lo realizo contigo de la mano, estoy segura que seguiré el camino y que llegaremos jugando con las hojas secas y bromeando sobre lo bobos que podemos ser a veces.
ResponderEliminarHace poco me preguntaste qué me habías enseñado en este tiempo, y yo te esbocé algunas cosas. Hoy te digo que, con esta entrada, me has dado una lección de vida y de amistad. Y yo te prometo, tal cual dice la canción que ayer mismo te mostré, "y adelante, hacia la luna, donde quiera que esté, que somos dos, y es sólo una, y yo ya estuve una vez. Ven dime: no, no, se duerme a mi lado, he vuelto a caer y sigue:
tres, seis te llevo en mis manos, ya no te puedo perder".