Este blog ha sido ideado para plasmar en palabras los grandes y pequeños acontecimientos que van apareciendo en nuestra vida. Tal vez muchos vayan dirigidos a ti, lector conocido. O tal vez a ti que, aún pensando que me conoces, nunca lo has hecho

viernes, 23 de diciembre de 2011

¿Qué es para ti la Navidad?

Hacía un par de horas que había anochecido y Daniel seguía pegado a la ventana de su cuarto. En la calle no hay más luz que la que nos concede las estrellas y la luna. Daniel miraba de reojo a su acogedora y caliente cama, pero no dejaría que le venciera el sueño. Hubiera dado cualquier cosa por tener una chimenea cerca para calentarse los pies, pero para ello debería de bajar hasta el salón y, en esos minutos, podría perderse su llegada.

La impaciencia empezaba a ser molesta, pero este año se había propuesto verle llegar. Con sus pequeños y brillantes ojos miraba, una y otra vez, el exterior. No se permitiría ni pestañear para no perder ningún detalle. ¡Qué gran recompensa sería ver a Papá Noël, con su traje rojo, y su trineo!

Pasaron las horas y Daniel acabó sucumbiendo al suave y provocador sueño y, finalmente, se quedó dormido con su cabecita apoyada en la ventana.

A la mañana siguiente, bien temprano, despertó sobresaltado y, al darse cuenta que ya había amanecido, no pudo reprimir el llanto provocado por la rabia de haberse perdido la llegada de la Navidad.

- ¡Nunca más le esperaré!- sollozó el pequeño.

Su decepción era tan grande, que se juró no salir de su cuarto en todo el día, aunque sus padres quisieran obligarle. Haría lo imposible y, si hace falta, se escaparía de casa y buscaría algún rincón donde no se celebre la Navidad.

Decidido, salió de su casa por la ventana lo más sigilosamente posible.

Consiguió doblar la esquina de su casa y se puso a andar sin un rumbo cierto. Daniel sólo quería alejarse de la Navidad. Tras andar unos minutos, se encontró un baúl en medio de la calle nevada. Era extraño que a esa hora no hubiera transeúntes que abarrotaran las aceras, pero Daniel tampoco dio demasiada importancia a ese hecho.
Se acercó al baúl misterioso muy despacio, como si temiera despertar algo o  alguien. De pronto se percató que había un chico en la calle, saboreando un caliente y apetecible chocolate. Daniel miró al chico y al baúl, con movimientos rápidos y, con una necesidad incipiente, se abalanzó sobre el baúl y lo abrió. Estaba vacío. ¡Otra decepción para ese día!

El pequeño se puso a aporrear el baúl mientras gritaba: - ¡Santa, te odio!

El joven que observó la escena, le dijo con voz alegre:

-          ¿Qué esperabas encontrar en ese viejo baúl?

Daniel miró con cara de pocos amigos al desconocido y espetó:

-          A la Navidad.

El joven levantó una ceja y volvió a preguntar:

-          ¿Y qué es para ti la Navidad?

El niño, con gesto mohíno, volvió a contestar:

-          ¡Mis regalos!

El desconocido empezó a reír con ganas, lo que enfadó mucho más a Daniel. El niño se dio la vuelta para tomar otro camino, cuando escuchó:

-          La Navidad no son los regalos. La Navidad es la ilusión. Sólo la verás cuando puedas sentir un abrazo cálido en el corazón.

Daniel se volvió algo confuso, pero ya no estaba el joven. Solamente estaba él y el baúl. Se volvió a aproximar a la vieja caja de madera y, tras volver a mirar en su interior vacío, decidió que volvería a casa para calentarse.

Cuando cruzó la esquina, vio llegar a sus abuelos y a sus tíos y primos, y vio a sus padres felices, abrazando y besando a la familia. Una sonrisa se dibujó en la cara del pequeño y corrió hacia los brazos de los suyos.

-          ¡Dani!- gritó con júbilo su abuelo mientras le tiraba una y otra vez hacia arriba y hacia abajo.

El pequeño reía sonoramente mientras su abuela reñía a su marido por poner en “peligro” al pequeño. Comenzaron a entrar en la casa y, cuando Dani estaba a punto de cruzar el umbral de la puerta de entrada, escuchó una voz que había conocido recientemente:

-          Feliz Navidad, Dani.

Daniel miró hacia el lugar del que provenía la voz y con una sonrisa cálida y satisfecha contestó:

-          Feliz Navidad, Santa.


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